sábado, 30 de octubre de 2010


 Aprendió a ser del aire

a reir sin sonrisas (sólo señas)

a desplegar las alas sola

dormir entre las horas

y descubrirlo todo sin

la necesidad de ceñirse a

ningún esquema.

Aprendió casi obligada

a defenderse de la vida.

Siendo siempre ella

pero a veces no.

Siendo siempre una mujer

con toda su vocación.

Y ya es feliz

porque encontró

la manera
forma
ilustración

de convertirse

en lo que siempre había soñado

un ave

con su vuelo

siempre o no,

frente a la luz del


sol.

Ella




No.

   No pregunten ni cuestionen ni hablen de Monona. Ella es ella y nada más. Una niña de nueve añitos con la perdición de los lunares de su piel, dibujándolos en todos lados. Por eso salió a la calle a la hora en la que las estrellas ya eran simples lucecitas en el extenso manto azul.

   Sabía que sería persiguida, sabía tanto a pesar de la edad, que dejó a sus pies mandar en toda orden. Saltó por los charcos, gritó a las farolas y bailó en todos y cada uno de los pasos de peatones de la ciudad. Un joven fotógrafo captó su viaje y cuentan que la vieron coger una bicicleta, verde y naranja, y que marchó. Marchó rumbo al norte.

No.

   No busquen ni hablen ni digan nada de Monona. Ella ya es mayor, seguro y estará en su lugar. Será pintora del aire, arquitecta de sus sueños y seguro. Es. La artista de su vida.

  Ah! también cuentan (incluso escriben) que se encuetra en una pequeña casita azul llena de luces pequeñas.
Ya será mayor, pero para todos es Monona. Ella es ella y nada más.



(la historia de una niña que no quería dejar de soñar)